Muchos medios periodísticos han presentado la victoria de Usain Bolt sobre Justin Gatlin, en la final de los 100 metros del Mundial de Atletismo de Pekín, como un equivalente de ese cliché de las películas de aventuras: la beldad es el espíritu competitivo, la diligencia es el atletismo, el auriga es el presidente de la IAAF, los "indios malos" son los atletas que se dopan y el héroe, claro, es Bolt. En el caso de los 100 metros en el Mundial de Pekín las crónicas destacaron el aspecto más sensacionalista, porque Gatlin, el gran favorito, tiene antecedentes de consumo de drogas estimulantes y muchos creen que las autoridades fueron demasiado tolerantes cuando le permitieron seguir compitiendo. (Redujeron su pena porque él aceptó incriminar a su entrenador.)